Durante estos días estamos viviendo algo importante en este país. La Selección Española de Baloncesto se convierte en campeona del mundo, realizando un campeonato impecable. A las órdenes de Pepu Hernández, el equipo comenzó a darnos alegrías desde el principio. Una selección formada por 4 jugadores NBA que ganaba sus primeros partidos de preparación del mundial, que encantaba con su juego, que nunca perdía la esencia de su baloncesto.
Todavía en España quedaba el mal sabor de boca que había dejado el Mundial de fútbol en Alemania, la decepción con la que topamos muchos por el fracaso de la selección, y esto afectaba también al baloncesto. Quizás no queríamos volvernos a ilusionar con nuestra selección, por miedo a volver a tropezar con la misma piedra. Pero el juego de Gasol, Garbajosa, Navarro y compañía eclipsaba a una afición que volvía a tener ilusión. Volvíamos a confiar. Nos aferrábamos en el hecho de que fútbol y baloncesto no son el mismo deporte, que en baloncesto siempre se ha conseguido mayores logros que en el deporte rey. Y esta afición tuvo su recompensa. La ÑBA seguía venciendo y convenciendo, dejando atrás a la campeona olímpica en un partido frenético de semifinales y a la campeona europea en una aplastante final sin Pau Gasol. España mostró ser superior en todo el campeonato, y por fin nos colgamos el oro.
Y el baloncesto se suma a los demás deportes que han conseguido algo grande para este país: la selección de balonmano, la de fútbol sala, hockey patines, hockey hierba; y los grandes campeones individuales como Fernando Alonso en Fórmula 1, Rafa Nadal en tenis, Dani Pedrosa en Motociclismo, Óscar Pereiro en ciclismo...
Y es que el deporte español sigue creciendo, seguimos siendo protagonistas de la historia. Y esto nos lleva a la ilusión. A la afición por el deporte. Enhorabuena a todos, campeones.