Esta es la noticia de la última semana. ¿Porqué la selección de fútbol no puede conseguir lo mismo que la de baloncesto? Y si ya habíamos escuchado suficientes comparaciones entre ambos deportes y, a su vez, suficientes críticas a la selección dirigida por Luís Aragonés, ahora van y palman. Tran pronto se les da el toque de que tienen que espabilarse, y a la primera de cambio regalan el partido a la modesta Irlanda del Norte. Si el aficionado español ya se había irritado bastante con el desastre del Mundial, ahora que la clasificación para la Eurocopa se complica, ya ni hablemos. Yo confiaba en Luís Aragonés. Parecía que tenía la suficiente fuerza como para dejar fuera a quien tenía que dejar y rejuvenecer la plantilla. Fue el primero en descartar a Raúl para un partido oficial, se trajo al Mundial a Cesc, Xabi Alonso, Luís García, Villa... Gente joven y con ganas de triunfar. Parece ser que el varapalo de Alemania no hace reflexionar a Luís. Y como si de una finalista se tratase, el seleccionador sigue confiando en sus chicos, ciego a la realidad, aquella que nos muestra que esta selección cayó en Alemania, que por muy buena primera ronda que hiciera España, nos volvimos antes de llegar a nuestros temidos 'cuartos'.
Para cualquier técnico con dos dedos de frente: ¿No son suficientes pistas como para plantearse que deben haber cambios? Y los hay. Porque si Luís parecía que iba a rejuvenecer la plantilla, ayer ante Irlanda cambia a Ramos por Salgado, a Torres por Luís García (en lugar de cambiar a Raúl), y para rematar, vuelve a confiar en Albelda de titular para que se lesione a los 30 minutos y tenga que sacar al que de un principio tendría que haber sido el dominador del centro del campo, Cesc. El resultado del experimento: regalar los tres puntos al contrario. Y tirar la humildad por la borda. ¿Porqué cuando las cosas van mal, los seleccionadores tienden a empeorarlo todavía más? ¿Es éste el fin de una era? ¿El fin de la era del Sabio?