Millones de personas pudieron ver ayer como el Villareal tuvo al alcance de su mano disputar la final de Liga de Campeones. Pero no pudo ser. La falta de acierto y un fantástico Lehmann detuvo al submarino amarillo en su escalada a la cumbre. Aún y así, el equipo de Castellón puede marcharse de la competición con un fantástico sabor de boca. Ha dejado atrás a equipos tan poderosos como el Manchester United o el Inter de Milán, y en las semifinales, plantó cara al equipo de Henry, demostrando, sobretodo en el partido de vuelta, que el Villarreal posee mucho talento para ser un fuerte competidor europeo. Ayer lo intentaron todos: Senna, Josico, Forlán, Jose Mari, Arruabarrena, Javi Venta y... Riquelme. El argentino tocó con tranquilidad y posesión el esférico durante todo el partido, y a la hora de la verdad, los nervios le pudieron y falló el penalti que le hubiera dado alas al Villarreal para entrar en la historia del fútbol europeo.
Pero no se debe echar la culpa a nadie aquí. Y menos a un Riquelme que, seguramente, es quién más ha aportado en el equipo amarillo para poder entrar en la máxima competición de clubes.
No pudo ser, pero el Villareal ya asegura que volverán a construir un equipo poderoso para llegar de nuevo tan alto como ha llegado en los últimos años.