Punto, juego, set y... medio partido. Porque después de la decimosexta jornada liguera, a falta de tres para proclamar a un campeón de invierno, el Madrid se descuelga, el Osasuna toca en la red y el Barça lanza y anota un ace. Pues el partido en el Santiago Bernabéu era una fecha clave para los tres equipos que tocan la cima de la clasificación. Y con el empate de los de Aguirre, el Barça comienza su escalada en solitario, sin prisas pero sin pausa, haciendo su juego, tanteando el terreno, intimidando y asustando al rival en todos los campamentos base que ha ido pisando. El último, el Ramón de Carranza, frente a un Cadiz, o más bien, frente a una afición gaditana dura de roer. Y a menos de que venga una tormenta tan endiablada como para romper todas las barreras azulgranas, al Barça sólo le queda mirar a la cima y restar las jornadas que le faltan para alcanzarla.
Mientras, en casa del rival todo son obstáculos y barreras. Que si la afición critica a los jugadores, que si Lopez Caro todavía no se ha hecho con el equipo, que si Ronaldo no está recuperado, que si Roberto Carlos siente morriña... Todo parecen ser excusas para una temporada oscura e inestable. A pesar de todo esto, al Madrid ya firmaba el empate contra el Osasuna antes de empezar el encuentro. Y más cuando en el minuto 76' Milosevic adelantaba a los rojillos. Menos mal que Soldado apareció en el momento preciso para salvar (de nuevo) al Madrid. Y es que la entidad madridista necesita una renovación. Está bien tener una época con una plantilla de estrellas mediáticas, internacionales y mundialistas. Pero mantenerla durante tantas temporadas, es una aberración. Hay que poner pilas nuevas a un Madrid que poco a poco se va desgastando. En esta liga, el Barça gana los partidos bastándole un par de sets, mientras que en Madrid parece que todo se deje para el tie break.